Volver a Rodar: El Camino de Regreso al Motociclismo Tras una Fractura

Por: Paul Tejada Ito

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Fecha: 2 de abril de 2025

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Han pasado siete meses desde aquel accidente que cambió mi manera de ver la moto. Una caída que parecía tonta pero como resultado una fractura de tibia y peroné, una pausa obligada que me alejó no solo del asfalto, sino de una parte importante de mí. Pasar del rugido de un motor de 1250cc al sonido de series y películas de Netflix. Volver a caminar fue un logro. Volver a subir a la moto siete meses después, otro mucho más grande.

Lo primero fue la recuperación física: sesiones eternas de fisioterapia, caminar con bota y luego con muletas, ejercicios aparentemente bobos para que la pierna vuelva a obedecer. Pero pronto entendí que no era solo cuestión de fuerza muscular. Había que reaprender el balance, la coordinación, y sobre todo, reconstruir la confianza.

Subirse a una moto después de una lesión es un acto de fe. El cuerpo recuerda, pero también duda. La primera curva se siente más cerrada, la trocha más inestable, el tráfico limeño más agresivo de lo habitual (o tal vez eso si empeoró en Lima en siete meses, jaja). Cada maniobra, cada frenada, cada giro, es una pequeña batalla entre lo que eras y lo que estás volviendo a ser.

En conclusión el entrenamiento mental es tan necesario como el físico. Visualizar rutas, establecerte metas con fechas fijas, practicar en espacios seguros, aceptar que el miedo también es parte del proceso. Entiendo que me va a tomar un poco de tiempo soltar el manillar sin tensión y dejarme llevar, nuevamente, por el placer de rodar.

La primera salida fue corta, pero inolvidable. Un Jueves Motero, un gran reto citadino, desde La Molina hasta La Punta, la preparación emitía la misma ansiedad como si fuera un viaje de todo un fin de semana. El motor rugía como si también hubiera estado esperando, volver a acostumbrar al manejo fino del embrague. El viento, el sonido del casco, esa sensación de libertad… todo volvió. Distinto, sí. Más consciente, más prudente, pero con la misma pasión de siempre.

Hoy vuelvo a rodar con respeto, agradecimiento y una sonrisa que no me cabe en el casco. Porque regresar no es solo volver a subirte a la moto, es volver a vivir. Es reencontrarte contigo mismo.

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